Leonardo Mayer se convirtió en el nuevo referente del espírtu de lucha del deportista argentino. Cuando los nervios le comieron las piernas y el físico le decía basta, salió a ofrecer lo que le quedaba de cuerpo.

El match con Joao Souza resultó ser un match dinámico, emotivo, vibrante y con muchos errores. pero que importa esto último cuando lo que cuenta es que cada uno dio lo máximo que tenía en ese momento, en ese lapso en el que ni el físico ni la cabeza funcionan a pleno. En esas horas en las que el reglamento sigue exigiendo que se juegue a un solo pique, cuando en la mayoría ni en dos llegan.

Por eso, es meritorio lo hecho por uno y por otro, más allá de que la victoria quedó finalmente del lado del correntino.

Más de seis horas de juego, 6 horas 42 minutos, para ser exacto. Un tiempo que sirvió para establecer récords. El más largo en la historia de Copa Davis y el segundo de mayor duración del tenis. Una panzada de espíritu deportivo, de entrega, donde estaba más en juego el honor que el punto mismo.

Mayer demostró que, aún en los momentos en que no puede imponer su presencia, está en condiciones de poner otras cosas, de hacer el gol con la mano en el último minuto, de sacar a relucir su corazón.