
La leyenda, del octavo al primero, del último Grand Slam conseguido (2017) al primero (2003). Mismo escenario.
La historia de los éxitos profesionales de Roger Federer, considerado el mejor tenista de todos los tiempos, tiene un comienzo de la que muy pocos se han dado cuenta o que muy pocos destacan. ¿Cuál?
Por otra parte, hubo pocos territorios de torneos grandes (Grand Slam o Masters 1000, en sus distintas denominaciones) en los que aún no pudo ganar, aún tiene chances en alguno, pero hay uno que le quedó en los pendientes. ¿Cuál?
Es especialista en césped, aunque al principio… ¿Y no era que el polvo de ladrillo no era su superficie? Sin embargo…
No voy a hablar de sus récords, por eso, vayamos a los inicios de esta historia de éxitos y gloria para el suizo, desmenucemos esa historia, que tiene un comienzo raro, con contradicciones y pasos tan firmes que no dejan dudas de que costará mucho encontrar otro jugador en las mismas condiciones.
Federer ha hecho final en todos los torneos grandes del circuito y le quedan pocos en los que no ha podido levantar el trofeo mayor. En ese derrotero, si uno examina el camino de Roger en cada uno de los torneos se encuentra con una senda ascendente o de una continuidad aplastante. Pero siempre hay una excepción.
En el que todos lo destacan, en la «Catedral del tenis», en «el jardín de su casa» fue en el que peor la llevaba. Seguramente, a todos se les vendrá a la mente aquella victoria en los comienzos de la carrera del suizo, cuando en octavos de final de Wimbledon 2001 derrotaba Pete Sampras por 7-6(7)/5-7/6-4/6-7(2)/7-5, pero antes de que me traten de loco, les diré que fue una rareza. Roger venía de caer en dos primeras rondas consecutivas (1999, con #59 Jiri Novak, y 2000, con #5 Kafelnikov), de hecho, en 2002 volvió a despedirse en el debut (con #154 Mario Ancic).
2003 marcó el quiebre en su carrera, no sólo ganó su primer Wimbledon (lograría 8 títulos en 11 finales), sino que luego se quedaría con su primer Masters (Houston), en la segunda ocasión en que disputaba este certamen. A partir de allí, los grandes títulos se le harían costumbre y el Major londinense sería su hogar.
El Masters es un torneo en el que siempre mantuvo una regularidad de temer. La primera vez que lo jugó fue en 2002 (llegó a semifinales) y le siguieron 14 veces más. Sólo en 2016 no estuvo presente. Una sola vez se quedó en el Round Robin (2008), el resto fueron 4 semi, 4 finales y 6 títulos. ¡Asombroso!
Junto con el torneo de Maestros, los Grand Slams fueron su fuerte. Contando el Australian Open 2018, Federer jugó 72 torneos de Grand Slam y sólo en 20 ocasiones no llegó a los cuartos de final. De los 52 restantes, en 30 (sí, ¡¡en 30!!) llegó a la final y, por ahora, ganó 19.
Siempre se dijo que el polvo de ladrillo era la peor superficie para Federer, sin embargo, su primer título importante, el que empezó a enseñarle que él podía, fue el Masters 1000 de Hamburgo (por aquel entonces Masters Series), en el que lograría 4 títulos en 5 finales. A esto hay que agregarle Roland Garros, su torneo «flojito». Si bien consiguió levantar sólo una vez la Copa de Los Mosqueteros, el suizo alcanzó otras 4 finales (+ 2 semifinales).
«Federer no juega Copa Davis», solía decirse, sin embargo, a excepción de 2010 y 2013, Rogelio jugó al menos una serie para su país en 15 de los 17 años que estuvo disponible. Suiza, con una formación que incluyó a Federer y a Wawrinka, derrotó a Francia en la final de 2014 y obtuvo la Ensaladera de Plata. En 2016 le dijo adiós a su participación en el torneo por equipos.
Por su proximidad en el calendario con el torneo de Maestros, el M1000 de París siempre fue uno de los relegados en la consideración del suizo, tal vez sea por eso su regularidad en no llegar a la definición y sólo ganarlo en el único año en que llegó a la final (2011). Año flojito en títulos, que pudo ampliar a 4 luego de sus victorias en la Ciudad Luz y el Masters.
El torneo desprolijo para Roger, el de los picos de nivel, fue Cincinnati. O lo ganaba o se despedía rápido, salvo en 2011 y 2013, en que hizo cuartos, el resto fueron 7 títulos y 6 adioses antes de lo esperado.
A pesar de ser Federer, también tiene sus pendientes. Nunca podrá ganar un M1000 o Masters Series en Stuttgart, pues el torneo desapareció como tal y, en las únicas dos ediciones en que lo disputó (sólo alcanzó la segunda ronda). Mejor suerte le trajeron los torneos que suplieron al torneo alemán. Madrid (cemento), en 1 ocasión (2006), y Shanghai, en 2 (2014 y 2017), le permitieron seguir acumulando gloria.
Sin embargo, y a pesar de la rotación de ciudades y superficies, Roger nunca pudo hacerse de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos. Lo más cerca que estuvo fue en Londres 2012, sobre el césped de Wimbledon, cuando cayó ante Andy Murray en la definición.
Los otros pendientes de Federer siguen siendo Montecarlo y Roma, torneos en los que disputó 4 finales, pero que nunca pudo obtener. Ambos sobre polvo de ladrillo.